lunes, 25 de noviembre de 2024

LOS HOMENAJES POÉTICO-MUSICALES A LEÓN FELIPE

Vamos a comentar hoy los homenajes poético-musicales que se le realizaron al poeta León Felipe (Felipe Camino Galicia: Tábara, Zamora, 1884 - Ciudad de México, 1968) tras su muerte en el exilio mexicano.











PARÍS, 1972:

El primero fue en París el 3 de noviembre de 1972, a los cuatro años de su fallecimiento. Se realizó en el Anfiteatro Richelieu de la Universidad de La Sorbona, y fue organizado por el Ateneo Iberoamericano de París y la Fundación Internacional León Felipe. Este homenaje fue transmitido por Radio París. La Junta Directiva del Ateneo realizó el siguiente comunicado anunciando el acto:


Este homenaje a León Felipe inaugura las actividades culturales de nuestro Ateneo en el curso 1972-1973. Por la personalidad internacional del poeta y la repercusión que puede tener, este homenaje debe atraer a los españoles y amigos franceses de la España que representaba León Felipe. Tenemos pues mucho interés en que sea un éxito de público y que sea una aportación más a la imagen que el mundo se formó de la España liberal, abierta y tolerante a todas las ideas y doctrinas. Para conseguirlo, les pedimos que nos ayuden en nuestra tarea; les pedimos que difundan de la mejor manera posible el programa de este homenaje y que se asocien personalmente al mismo. La Junta Directiva cree que, defendiendo los mismos ideales y teniendo las mismas preocupaciones, debemos aunar nuestros esfuerzos para que este homenaje tenga las dimensiones e importancia que se merece el poeta y la causa que defendió en su existencia de desterrado.

Tomado de:


En cuanto a la programación, contó con la presentación de Jean Cassou, que evocó la memoria del poeta. Asistió al acto Salud Camino, hija del poeta, y las siguientes personalidades: Marcell Bataillon, hispanista francés y miembro destacado del Ateneo; Fernando Valera, escritor y político español, último Presidente de la República en el exilio; el poeta César Ballester y el escritor Alejo Carpentier, agregado cultural de la Embajada de Cuba en París.  El acto se completó con la lectura de dos textos: uno de Pablo Neruda; y otro del Profesor Luís Rius, ensayista y poeta español en el exilio, director de Altos Estudios de la Universidad Autónoma de México, y uno de los principales biógrafos de León Felipe.


Para terminar el acto, Paco Ibáñez interpretó cuatro poemas de León Felipe:
Ya no hay locos; Parábola y No me contéis más cuentos (canciones que estrenó en los conciertos celebrados los días 1, 2 y 3 de junio de 1971 en el Palais des Sports de París) y Como tú (grabada en su tercer disco francés de 1969). Aquí podemos escucharle, en la grabación realizada por Radio París:




MADRID, 1977:

Otro homenaje (este fallido) es el que cuenta el interesante blog del investigador musical Antonio Gómez llamado “Memoria músico-festiva de un jubilado tocapelotas”, en una página titulada “La última prohibición cultural del franquismo” del 28 de junio de 2016:

Aunque en realidad fue un homenaje frustrado, pues relata que hubo que suspenderlo por orden gubernativa. Fue el homenaje poético-musical promovido por el “Club de Amigos de la UNESCO de Madrid” (CAUM), que debía haberse celebrado en el Teatro Monumental de Madrid el día 14 de marzo de 1977, para conmemorar el décimo aniversario de su fallecimiento que era el año siguiente.


En el acto estaba previsto unas palabras de Rafael Taibo (presidente de Club), luego iba a proyectarse un documental sobre la obra del poeta, y Francisco Giner de los Ríos (sobrino-nieto del fundador de la Institución Libre de Enseñanza) iba a realizar una semblanza de León Felipe, al que había conocido en su exilio mexicano. En esa primera parte también leerían poemas del homenajeado el actor Adolfo Marsillach y María Casares.


Tras un descanso, estaba previsto un recital de canciones sobre poemas de León Felipe a cargo de los cantantes y grupos siguientes: Aguaviva (Mia es la voz, Los cuentos, La canción del peregrino); Adolfo Celdrán (Contadme un sueño, Que pena); Luis Pastor (Cancioneta, Canción marinera), Soledad Bravo (Como aquella nube blanca, La noria) y Francisco Curto (que ignoro qué poemas ha musicado de León Felipe).

 

TÁBARA, 1978:

Al año siguiente si se celebraron varios actos. Uno fue el realizado en su pueblo natal, Tábara (Zamora), el día 9 de abril de 1978, organizado dentro de la semana cultural dedicada a León Felipe por la “Asociación Cultura y Pueblo”. Intervinieron Claudio Rodríguez y Jesús Hilario Tundidor.

A continuación cantaron los grupos Arcaduz (grupo musical de Villanueva de Duero, Valladolid, integrado por Sixto, Chema, Gloria, José Manuel, Arturo, Mauricio, Manolo y Juan) y Los Guti y los músicos Ismael y Celestino Miguel.






 

ZAMORA, 1978:

En Zamora, la capital de la provincia donde nació el poeta, se celebró en abril de 1978 otro homenaje poético-musical en el auditorio del Colegio Universitario de Zamora, donde cantó poemas suyos, el músico y musicólogo español Miguel Manzano Alonso (Villamor de Cadozos, Bermillo de Sayago, Zamora, 1934 - Zamora, 2024). Cantó tres poemas, cuya música compuso en 1970 y que constituyeron más tarde los números 6, 7 y 8 de su opus 11 “Poetas en música” y que son: Romero solo, Vencidos y Volveré mañana.

Trascribo un texto del compositor Miguel Manzano titulado “Tres canciones para un recital en memoria de León Felipe”, de sus memorias “Vida de músico”, donde se explica en qué consistió el acto:

En el mes de abril de 1978, creo recordar que promovida por Alejandro Finisterre, albacea de León Felipe y organizada por un grupo de poetas zamoranos, entre ellos Waldo Santos, se celebró en Zamora una velada literaria de recuerdo del poeta exiliado, en la que participaron escritores y poetas de Zamora. No sé de quién partió la idea, pero alguien me pidió que contribuyera con canciones sobre textos de León Felipe, ya que sus textos poéticos habían interesado a varios cantautores que habían puesto música a unos cuantos poemas. Como la propuesta merecía la pena, me animé a revisar y recomponer los borradores, olvidados en un cuaderno viejo, de tres melodías para otros tantos textos del poeta que me habían interesado en mis lecturas en busca de poesías “musicables” para el género canción-testimonio. Trabajé y rehíce las melodías y armonías para aquellos poemas, titulados: Romero sólo, Vencidos y Volveré. Y llegado mi turno de intervención en la velada, después de la parte literaria, los canté, acompañándome con mi guitarra, ante un público que llenaba el auditorio del Colegio Universitario. Me di cuenta de que mis músicas habían llegado a los oyentes, que aplaudieron al final con sinceridad. Al final de la velada, que cerró el Sr. Finisterre, contó cómo una de las librerías que exponían y vendían las obras del poeta sufrió una agresión material: un grupo de extremistas inundó la librería en los anaqueles donde aparecían los libros de poesías y echó a perder todo el fondo. De aquellos libros, que mostraban las señales de la agresión, nos obsequió con un ejemplar a cada uno de los asistentes a la velada. Pero mi sorpresa fue que Finisterre me pidió que repitiera la última de las tres canciones, “Volveré”, que sonó como una lamentación jeremíaca en un recitado libre, de sonoridad de canto gregoriano, e invitó a los asistentes a que escucharan, puestos en pie, aquella proclama, en recuerdo del Poeta. Fue un final emocionante.

Tomado de:

 

LEÓN FELIPE Y SUS INTÉRPRETES:

Trascribo aquí un artículo del compositor Miguel Manzano aparecido en El Correo de Zamora el 7 de octubre de 1978, titulado León Felipe y sus intérpretes, que publicó a raíz de la aparición del disco de Movieplay del mismo título:

Si ya es incierto y discutible que la poesía, que toda poesía llegue más hondamente en una declamación que en una lectura íntima y solitaria, mucho más discutible es que la poesía gane algo de fuerza comunicativa al ser cantada. “¿Y por qué no decir que la poesía es para pensada, hablada, cantada, declamada, recitada, y para todo…?” Así de exhaustivo me interrogaba Waldo –poeta zamorano– el otro día, cuando yo le exponía mis dudas. Partiendo de un acuerdo de principio, o de un principio de acuerdo, vale la pregunta de Waldo (que es respuesta). Pero si una mala o mediocre recitación impide que la poesía llegue, que cale, que sea captada en sus mínimos matices, ello vale con más razón si la poesía se canta de forma inadecuada.

¿Cuál es la razón? Muy sencilla: la música es por sí sola una especie de lenguaje, con sus formas, sus frases, sus acentos, sus cumbres melódicas, expresivas y dinámicas. Y para que el lenguaje hablado –poesía en este caso– gane en expresividad y fuerza al ser cantado, la música tiene que ponerse totalmente al servicio de la palabra. Sólo cuando la melodía renuncia totalmente a su autonomía, a su fuerza expresiva (la tiene tan grande que puede anular el texto más bello), sólo entonces es cuando surge de la unión de ambas una obra perfecta, con redoblada fuerza de expresividad, con doble emotividad, capaz de calar mucho más en el ánimo del quien la escucha.


Después de este necesario preludio vamos a LEÓN FELIPE y a SUS INTÉRPRETES, que el poeta y su obra nos trae estas reflexiones. León Felipe es un poeta difícil de musicar. La libertad rítmica y formularia con que escribe hace difícil la tarea de un músico que intente de verdad dejar decir a León Felipe, y no decirse a sí mismo apoyándose en León Felipe. Ejemplo claro de ello es el disco León Felipe y sus intérpretes, editado por Movieplay–Finisterre hace algo más de un año. En él se recogen varios intentos anteriores de musicalizar poemas del antor, junto a algunos declamados.

A decir verdad, la calidad de la antología no pasa de mediocre. Lo mejor del disco es, sin duda, la voz del propio León Felipe recitando el poema Vencidos. Emociona, sobrecoge oír su voz de anciano, hoy extinguida. Los poemas musicales ya son ‘otro cantar’. SERRAT canta Vencidos sobre una música “demasiado suya”. Es verdad que el estilo es la persona, ¿Pero se puede cantar en el mismo estilo, con el mismo ‘deje musical’ a Machado, a Miguel Hernández y a León Felipe? Es discutible al menos. En cuanto a la orquesta que le acompaña, sobra aquí. Una orquestación ampulosa no va con la sobriedad del poema.

ADOLFO CELDRÁN canta dos poemas: Qué pena y Cantadme un sueño, sobre unas paupérrimas melodías y con una armonía hecha de tópicos. Su voz suena a injerto de Patxi Andión en Paco Ibáñez. No convence. Pobreza musical para un lenguaje hondo. Por respeto a León Felipe, no hay por qué aguantar a Celdrán. Es mejor una lectura reposada y silenciosa.

AGUAVIVA canta, con su personal estilo, otros dos poemas: Mía es la voz y Cuentos. Llega bien la voz recitada sobre fondo musical. Calan las frases insistentes: “mía es la voz antigua de la tierra”, “y sé todos los cuentos”, Aquí prevalece el texto, y los sonidos y las voces en segundo plano dan ambiente. Los poemas se salvan, al no estar musicalizados en sentido estricto. Detalle curioso, ya para la historia: Aguaviva, por necesidades de censura (hace unos seis años), canta: “Hermano, tuya es la hacienda, la casa, la pistola…, mía es la voz antigua de la tierra”, en lugar de “Franco, tuya es la hacienda…” etc., con lo que el sentido del poema queda completamente oculto al oyente que no lo conozca por previa lectura. Cosas del pasado (¿pasado?), afortunadamente. La Canción del peregrino, también por Aguaviva, es exclusivamente un recitado, primero solitario y luego coral, sobre un fondo de sonidos. En el disco La casa de San Jamás, donde está este poema en su contexto con otros, tiene más sentido que en este disco. A Aguaviva le cabe al menos el mérito de haber puesto a disposición auditiva del público una especie de “comprimidos León Felipe” cuando todavía este poeta era casi desconocido y estaba prohibido en España.

Y queda LUIS PASTOR, que canta la Canción marinera con un aire suelto, a ritmo de habanera y con un arreglo sobrio (dos guitarras, contrabajo una flauta lejana de cuando en vez) que va más acorde con el estilo de nuestro poeta. A mi juicio es esto lo mejor del disco, aunque Luis Pastor no está aquí tan inspirado como en otras canciones y peca un poco de reiterativo y monótono.

El último recitado, en la voz de RABAL, convence menos, por ser más profesional (profesional en el mal sentido, claro).

Y esto es todo en el disco LEÓN FELIPE Y SUS INTÉRPRETES: un disco para escucharlo una vez y relegarlo a un justo olvido, o regalarlo a alguien.

Y termino redactando mi autocrítica. En el acto del sábado (me refiero a la velada poética organizada el día 7 de octubre de 1978 por A. Finisterre, albacea de León Felipe, en homenaje al poeta, y también en desagravio, pues sus libros habían sido destruidos por inundación en el fondo de una librería que los vendía), canté tres de sus poemas con música que compuse para aquella ocasión. El primero, Romero sólo, como allí dije, es el que menos me convence. Compuesto sobre una fórmula musical de estilo popular (estrofa + estribillo), que obliga a forzar las palabras para que encajen en ella, no me satisface plenamente, a pesar de que la melodía tiene cierta emotividad acorde con las palabras “ser en la vida romero”. Canté después Vencidos. En este poema la música sirve más de cerca al texto y lo canté con mayor soltura y convencimiento. Los poetas que habían participado en el acto y a mi lado estaban me dijeron, creo que, con sinceridad, que el texto había ganado en fuerza. Y en el tercero, Volveré, puse todo al servicio del texto. Sólo la voz y

una fórmula recitativa al estilo de las lamentaciones proféticas del canto gregoriano fueron mi aportación musical, y el texto apareció diáfano, con toda su fuerza. Y así parece que lo apreciaron los que lo escucharon.

MIGUEL MANZANO

 

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