CENTENARIO DE LA PUBLICACIÓN DE MARINERO EN TIERRA
Coincidiendo
con la celebración del centenario de la Generación del 27, iniciamos hoy una
serie de páginas relacionadas con esta generación poética.
MARINERO
EN TIERRA:
Recientemente se ha conmemorado el
centenario de la publicación del libro de Rafael
Alberti Marinero en tierra. No
vamos a hablar hoy de la gran cantidad de canciones que han surgido de los
poemas de este libro desde el mismo día de su publicación, sino del hecho de que
fuera publicado ya con versiones musicales de varios poemas para canto y piano.
En concreto fueron tres partituras de composiciones realizadas por Ernesto HalffterEscriche (Madrid, 1905 - 1989), Gustavo Durán Martínez (Barcelona, 1906 - Atenas, Grecia, 1969) y Rodolfo HalffterEscriche (Madrid, 1900 - Ciudad de México, 1987), sobre canciones
del libro, y que constituye un hecho excepcional en la edición poética de la
época (no hemos encontrado ninguna edición de libros de poesía con estas
características, en todo el XVIII y el XIX, sino que habría que retrocedes hasta
los cancioneros del XVI y el XVII. El mismo Alberti reconoció haberse inspirado
en la lírica tradicional y la influencia de Menéndez Pidal y Dámaso Alonso y su
estudio del Cancionero Musical de Palacio.
El hecho de que estos compositores
pusieran música a los poemas antes de ser editados en libro, demuestra la
amistad del poeta con los músicos de su época. Vamos a narrar la historia de
esta edición con estas tres partituras que, como menciona Miera “Alberti
probará su apertura a la música nueva en su colaboración sostenida con sus
compositores coetáneos. Desde el arranque de su poesía, la alianza en mayor o menor
grado con músicos… durante los años veinte y primeros treinta… apuntan con
claridad hacia la abierta colaboración entre música y poesía propiciada en
algunos momentos de su obra por Alberti” (Miera, 2009, 50).
EL
PREMIO:
El martes 9 de junio de 1925, un joven Rafael Alberti Merello de 22 años, gana
el Concurso Nacional de Literatura 1924-25 en la sección de “Poesía Lírica”, presentando
un poemario de 1924 titulado “Mar y tierra” (Gaceta de Madrid 163, de 12 de
junio de 1925, p. 1719). El jurado lo integraban Ramón Menéndez Pidal, Gabriel Maura
Gamazo, Carlos Arniches, Antonio Machado y José Moreno Villa. Antonio Machado
llegó a decir en una nota “Mar y tierra,
Rafael Alberti: Es, a mi juicio, el mejor libro de poesía presentado al
concurso”.
SU
AMISTAD CON LOS MÚSICOS:
Alberti mantuvo una gran amistad con los
hermanos Halffter. Los años madrileños de la Residencia de Estudiantes
estuvieron salpicados de la frecuente visita de los músicos y Alberti visitaba
con asiduidad la casa paterna de los Halffter. Esta amistad acercó al poeta a
personajes como Adolfo Salazar o Manuel de Falla (Alberti siempre tuvo la
esperanza de que Falla le pusiera música a uno de sus poemas). El poema Trenes de Marinero en tierra se lo dedicó a Ernesto Halffter, que le puso
música al poema Mi corza (p. 57). La
partitura aparecida en el libro no tiene fecha, y está dedicada al doctor
Jiménez Encina. Pero en 1927 compone otra canción sobre este libro: La niña que se va al mar y al año
siguiente edita en París las dos partituras (cambiando el título Mi corza por La corza blanca) y poniendo sus respectivas fechas: Ernesto
Halffter:
Dos canciones. Deux chansons, poèmes de Rafael Alberti. Version
française de Henri Collet. Paris: Max Eschig, 1928. I. La corza blanca (La
biche blanche), Madrid, 16 de septiembre de 1925. II. La niña que se va al mar
(L´enfant qui va vers la mer), París, 17 de octubre de 1927.
En 1932 se estrena en París una nueva
versión de La pájara pinta sobre el texto del poeta gaditano y música de Federico Elizalde,
dentro de la “Gala de Musique Espagnole”. Dirigió la orquesta Ernesto Halffter, y se interpretó también en el mismo concierto, sus Dos canciones sobre los
textos albertianos de Marinero en tierra, a cargo de la soprano Conchita Supervía y la pianista Alice de Halffter.
Aquí podemos escucharla en la voz de Soledad
Vidal (soprano), Aurelio Viribay (piano) en una grabación realizada en Málaga
el 22 de marzo de 2019:
LA CORZA BLANCA
Su hermano Rodolfo Halffter compone Verano
(p. 159), sobre el poema Cinema.
Lleva fecha de 1925 y está dedicada a Julio Osanz. Después la incluyó en un ciclo
de cinco canciones sobre este libro, su Opus 27, que lo titula igual que el libro,
“Marinero en tierra”. Las otras cuatro canciones las compuso en 1960 en su
exilio mexicano. Dicho ciclo se estrenó en Ciudad de México en 1961, a cargo de
la soprano Irma González y el pianista Salvador Ochoa.
Aquí podemos escucharla en una grabación
de 2013 interpretada por Pura María Martínez (soprano) y María Elena Barrientos
(piano):
VERANO
La canción de Gustavo Durán es Salinero
(p. 120), y tiene por fecha Madrid, julio de 1925. La amistad con Gustavo Durán
se prolongará durante la Guerra Civil (estará también en el homenaje a Góngora
en abril de 1926) y volverá también a los textos albertianos en 1938 como
veremos. Aquí lo podemos escuchar en una grabación realizada en el Instituto
Cervantes de Madrid el 3 diciembre de 2019 por Eliseo Parra (cantante) y
Federico Lechner (piano):
SALINERO
Las tres composiciones se estrenaron en
Madrid el 28 de abril de 1926, como intermedio de un concierto de una
exposición de pinturas del belga Pierre Fiquet, según una crítica de Adolfo
Salazar. Fueron cantadas por Alberto Anabitarte acompañado al piano por el
compositor Gustavo Durán.
Esto
es lo que nos dice el propio Alberti en sus memorias La arboleda perdida, que sitúa la composición
de La niña que se va al mar,dos años antes de que se hiciera:
Entretanto,
tres jóvenes compositores -Gustavo Durán, Rodolfo y Ernesto Halffter-,
entusiasmados con el corte rítmico, melódico de mis canciones, pusieron música
a tres de ellas. De ese trío, la de Ernesto, maravillosa corza blanca»-
consiguió, a poco de publicada, una resonancia mundial. Las otras dos -«Cinema»
y «Salinero»- eran bellas también y se han cantado mucho. Pero es que Ernesto
Halffter, entonces verdadero muchacho prodigio, había logrado algo maestro,
sencillo, melancólico, muy en consonancia con el estilo antiguo y nuevo de mi
letra, cuyo lema había tomado yo del Cancionero de Barbieri. Asimismo, se hizo
famosa «La niña que se va al mar», del propio Ernesto, que no fue incluida en
la edición por razones de espacio.
LA
EDICIÓN DEL LIBRO:
El libro salió a la luz en noviembre de
1926 en la editorial Biblioteca Nueva. Esto es lo que nos dice Alberti en sus
memorias:
Por aquellos días encontré editor para mi
Marinero: don José Ruiz Castillo, propietario y director de la Biblioteca Nueva.
Me llamó por uno de sus hijos, pintado por mí años antes. Mi asombro fue grande
ante la insinuación de que yo costeara, si no toda la edición, por 10 menos
parte de ella. ¿Cómo sería eso posible? Mejor, le dije, continuar inédito. Además, las pesetas que me quedaban las reservaba para libros y un viaje en
auto, con mi hermano Agustín, por tierras de Castilla. Don José, bondadoso y
simpático, comprendió pronto su error. Editaría mi libro,
corriendo enteramente con los gastos, reclamándome ya el manuscrito, que mandaría
a Segovia, a la famosa imprenta de El Adelantado, que trabajaba para él.
Al día siguiente corrí a casa de Daniel
Vázquez Díaz. Me había prometido hacerme un retrato para el Marinero. Lo
dibujó: un Rafael Alberti, casi de perfil, linealmente bueno, con un libro en la mano. Él, tan seguro
siempre en el parecido, no acertó mucho esta vez. (Me pareceré con el tiempo -me
dije-, cuando allá en mi vejez reciba el premio Nobel).
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Una grata sorpresa me esperaba al llegar:
las pruebas de Marinero en tierra sobre mi mesilla de trabajo. Nunca me había
visto en otra. Ignoraba cómo corregirlo. Me inventé unos signos especiales y 10
devolví, con sellos de urgencia, a la imprenta de EI Adelantado. Durante el
otoño apareció el libro, en edición correcta, con el dibujo de Vázquez Díaz, las
músicas de los dos Halffter y Gustavo Durán, más la carta de Juan Ramón
Jiménez. Una faja amarilla destacaba en grandes letras negras: PREMIO NACIONAL
DE LITERATURA 1924-1925.
José Ruiz Castillo-Basala, hijo del editor
de Biblioteca Nueva recuerda la edición del libro en sus memorias:
“Por mi hermano Manolo se volviera a
plantear el tema de Alberti durante las habituales animadas conversaciones que amenizaban
nuestras comidas familiares. Pero esta vez no como pintor, sino como poeta. Al novel
e inédito poeta Rafael Alberti le había concedido el Premio Nacional de
Literatura, por su volumen Mar y tierra, un ilustre y clarividente jurado. Lo
integraban Ramón Menéndez Pidal, el duque de Maura, Carlos Arniches, José
Moreno Villa, Antonio Machado y Gabriel Miró, este último como secretario. Los
votos más calificados para otorgar el Premio de Poesía eran, por supuesto, los
de Moreno Villa y Machado. Resultaron decisivos por el asentimiento de los
demás miembros del jurado, que por 10 que después se supo, en el caso de Miró,
a falta de voto, su voz fue entusiasta. Se conserva un autógrafo que dice así: «Mar
y tierra, Rafael Alberti: Es, a mi juicio, el mejor libro de poesía presentado
al concurso. Antonio Machado».
Mi citado hermano mayor propuso publicar
en nuestra editorial Biblioteca Nueva el referido volumen galardonado, pero mi
padre opuso que, tratándose de poesías, no tendría viabilidad comercial, como
entonces sucedía, incluso, con Juan Ramón Jiménez y con el propio Antonio
Machado; y no citamos a Miguel de Unamuno porque en 1925 para mí era
desconocida la tan considerable dimensión poética del rector de la Universidad
salmantina.
Mi hermano volvió a la carga formalmente,
y esta vez acompañado por Rafael. Mi padre se excusó con el poeta de no poder atender
el ilusionado propósito de ver impresa su obra. Lógicamente, el autor presumía,
desde su punto de vista, que la extraordinaria calidad de sus creaciones
poéticas, refrendada por el prestigioso premio, serían factores decisivos para
que su Marinero en tierra, título que sustituyó acertadamente al primitivo de
Mar y tierra, interesara a esa fiel minoría capaz de adquirir las novedades
poéticas. El editor insistió al respecto, basado en la experiencia, y expuso
con franqueza no disponer de recursos económicos, en aquel momento, para
afrontar esa modesta empresa de publicar la obra de Alberti.
Se permitió
sugerir, como tantas veces es obligado en la profesión, que puesto que los
autores son lógicamente los que están más seguros del éxito comercial de sus
libros, podría arbitrarse la fórmula -por desgracia demasiado frecuente- de que
fuera el propio autor quien corriera el riesgo económico de la edición. De ese
modo, como es natural, el derecho a los beneficios editoriales incrementaría
los de autor. Ante el poco grato panorama que se le exponía, Alberti se mostró desolado.
La consideración de los juveniles propósitos frustrados del poeta movió a mi
padre a rectificar su actitud negativa, atendiéndolos en la necesaria medida.
Decidió, por exclusiva cuenta de la editorial, alumbrar la primera edición de Marinero en tierra.
La editorial Biblioteca Nueva no volvió a editarlo hasta abril de 1968. Y en 2003 editó una edición facsímil con
un prólogo de Jorge Urrutia.
BIBLIOGRAFÍA:
ALBERTI, Rafael: La arboleda perdida.
Memorias. Barcelona, Seix Barral, 1975.
MATEOS MIERA, Eladio: Rafael Alberti y la
música. Tesis doctoral. Universidad de Granada. Facultad de Filosofía y letras,
2003. Ed. Junta de Andalucía, 2009.
RIPOLL, José Ramón: La poesía de Rafael
Alberti en la música española.
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