jueves, 20 de noviembre de 2025

CENTENARIO DE LA PUBLICACIÓN DE MARINERO EN TIERRA

Coincidiendo con la celebración del centenario de la Generación del 27, iniciamos hoy una serie de páginas relacionadas con esta generación poética.
 

MARINERO EN TIERRA:

Recientemente se ha conmemorado el centenario de la publicación del libro de Rafael Alberti Marinero en tierra. No vamos a hablar hoy de la gran cantidad de canciones que han surgido de los poemas de este libro desde el mismo día de su publicación, sino del hecho de que fuera publicado ya con versiones musicales de varios poemas para canto y piano.
 
En concreto fueron tres partituras de composiciones realizadas por Ernesto Halffter Escriche (Madrid, 1905 - 1989), Gustavo Durán Martínez (Barcelona, 1906 - Atenas, Grecia, 1969) y Rodolfo Halffter Escriche (Madrid, 1900 - Ciudad de México, 1987), sobre canciones del libro, y que constituye un hecho excepcional en la edición poética de la época (no hemos encontrado ninguna edición de libros de poesía con estas características, en todo el XVIII y el XIX, sino que habría que retrocedes hasta los cancioneros del XVI y el XVII. El mismo Alberti reconoció haberse inspirado en la lírica tradicional y la influencia de Menéndez Pidal y Dámaso Alonso y su estudio del Cancionero Musical de Palacio.
 
El hecho de que estos compositores pusieran música a los poemas antes de ser editados en libro, demuestra la amistad del poeta con los músicos de su época. Vamos a narrar la historia de esta edición con estas tres partituras que, como menciona Miera “Alberti probará su apertura a la música nueva en su colaboración sostenida con sus compositores coetáneos. Desde el arranque de su poesía, la alianza en mayor o menor grado con músicos… durante los años veinte y primeros treinta… apuntan con claridad hacia la abierta colaboración entre música y poesía propiciada en algunos momentos de su obra por Alberti” (Miera, 2009, 50).

 

EL PREMIO:

El martes 9 de junio de 1925, un joven Rafael Alberti Merello de 22 años, gana el Concurso Nacional de Literatura 1924-25 en la sección de “Poesía Lírica”, presentando un poemario de 1924 titulado “Mar y tierra” (Gaceta de Madrid 163, de 12 de junio de 1925, p. 1719). El jurado lo integraban Ramón Menéndez Pidal, Gabriel Maura Gamazo, Carlos Arniches, Antonio Machado y José Moreno Villa. Antonio Machado llegó a decir en una nota “Mar y tierra, Rafael Alberti: Es, a mi juicio, el mejor libro de poesía presentado al concurso”.

 

 

SU AMISTAD CON LOS MÚSICOS:

Alberti mantuvo una gran amistad con los hermanos Halffter. Los años madrileños de la Residencia de Estudiantes estuvieron salpicados de la frecuente visita de los músicos y Alberti visitaba con asiduidad la casa paterna de los Halffter. Esta amistad acercó al poeta a personajes como Adolfo Salazar o Manuel de Falla (Alberti siempre tuvo la esperanza de que Falla le pusiera música a uno de sus poemas). El poema Trenes de Marinero en tierra se lo dedicó a Ernesto Halffter, que le puso música al poema Mi corza (p. 57). La partitura aparecida en el libro no tiene fecha, y está dedicada al doctor Jiménez Encina. Pero en 1927 compone otra canción sobre este libro: La niña que se va al mar y al año siguiente edita en París las dos partituras (cambiando el título Mi corza por La corza blanca) y poniendo sus respectivas fechas: Ernesto Halffter:

 

Dos canciones. Deux chansons, poèmes de Rafael Alberti. Version française de Henri Collet. Paris: Max Eschig, 1928. I. La corza blanca (La biche blanche), Madrid, 16 de septiembre de 1925. II. La niña que se va al mar (L´enfant qui va vers la mer), París, 17 de octubre de 1927.

En 1932 se estrena en París una nueva versión de La pájara pinta sobre el texto del poeta gaditano y música de Federico Elizalde, dentro de la “Gala de Musique Espagnole”. Dirigió la orquesta Ernesto Halffter, y se interpretó también en el mismo concierto, sus Dos canciones sobre los textos albertianos de Marinero en tierra, a cargo de la soprano Conchita Supervía y la pianista Alice de Halffter.

 

Aquí podemos escucharla en la voz de Soledad Vidal (soprano), Aurelio Viribay (piano) en una grabación realizada en Málaga el 22 de marzo de 2019:

 

 
LA CORZA BLANCA
 

 

Su hermano Rodolfo Halffter compone Verano (p. 159), sobre el poema Cinema. Lleva fecha de 1925 y está dedicada a Julio Osanz. Después la incluyó en un ciclo de cinco canciones sobre este libro, su Opus 27, que lo titula igual que el libro, “Marinero en tierra”. Las otras 
cuatro canciones las compuso en 1960 en su exilio mexicano. Dicho ciclo se estrenó en Ciudad de México en 1961, a cargo de la soprano Irma González y el pianista Salvador Ochoa.

Aquí podemos escucharla en una grabación de 2013 interpretada por Pura María Martínez (soprano) y María Elena Barrientos (piano):

 

 

 

 

VERANO
 

 

La canción de Gustavo Durán es Salinero (p. 120), y tiene por fecha Madrid, julio de 1925. La amistad con Gustavo Durán se prolongará durante la Guerra Civil (estará también en el homenaje a Góngora en abril de 1926) y volverá también a los textos albertianos en 1938 como veremos. Aquí lo podemos escuchar en una grabación realizada en el Instituto Cervantes de Madrid el 3 diciembre de 2019 por Eliseo Parra (cantante) y Federico Lechner (piano):
 
 
 
 
 
 
 

 

SALINERO

 

Las tres composiciones se estrenaron en Madrid el 28 de abril de 1926, como intermedio de un concierto de una exposición de pinturas del belga Pierre Fiquet, según una crítica de Adolfo Salazar. Fueron cantadas por Alberto Anabitarte acompañado al piano por el compositor Gustavo Durán.

Esto es lo que nos dice el propio Alberti en sus memorias La arboleda perdida, que sitúa la composición de La niña que se va al mar, dos años antes de que se hiciera:

Entretanto, tres jóvenes compositores -Gustavo Durán, Rodolfo y Ernesto Halffter-, entusiasmados con el corte rítmico, melódico de mis canciones, pusieron música a tres de ellas. De ese trío, la de Ernesto, maravillosa corza blanca»- consiguió, a poco de publicada, una resonancia mundial. Las otras dos -«Cinema» y «Salinero»- eran bellas también y se han cantado mucho. Pero es que Ernesto Halffter, entonces verdadero muchacho prodigio, había logrado algo maestro, sencillo, melancólico, muy en consonancia con el estilo antiguo y nuevo de mi letra, cuyo lema había tomado yo del Cancionero de Barbieri. Asimismo, se hizo famosa «La niña que se va al mar», del propio Ernesto, que no fue incluida en la edición por razones de espacio.

 

 

LA EDICIÓN DEL LIBRO:
 

El libro salió a la luz en noviembre de 1926 en la editorial Biblioteca Nueva. Esto es lo que nos dice Alberti en sus memorias:

Por aquellos días encontré editor para mi Marinero: don José Ruiz Castillo, propietario y director de la Biblioteca Nueva. Me llamó por uno de sus hijos, pintado por mí años antes. Mi asombro fue grande ante la insinuación de que yo costeara, si no toda la edición, por 10 menos parte de ella. ¿Cómo sería eso posible? Mejor, le dije, continuar inédito. Además, las pesetas que me quedaban las reservaba para libros y un viaje en auto, con mi hermano Agustín, por tierras de Castilla. Don José, bondadoso y simpático, comprendió pronto su error. Editaría mi libro, corriendo enteramente con los gastos, reclamándome ya el manuscrito, que mandaría a Segovia, a la famosa imprenta de El Adelantado, que trabajaba para él.

 

Al día siguiente corrí a casa de Daniel Vázquez Díaz. Me había prometido hacerme un retrato para el Marinero. Lo dibujó: un Rafael Alberti, casi de perfil, linealmente bueno, con un libro en la mano. Él, tan seguro siempre en el parecido, no acertó mucho esta vez. (Me pareceré con el tiempo -me dije-, cuando allá en mi vejez reciba el premio Nobel).
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Una grata sorpresa me esperaba al llegar: las pruebas de Marinero en tierra sobre mi mesilla de trabajo. Nunca me había visto en otra. Ignoraba cómo corregirlo. Me inventé unos signos especiales y 10 devolví, con sellos de urgencia, a la imprenta de EI Adelantado. Durante el otoño apareció el libro, en edición correcta, con el dibujo de Vázquez Díaz, las músicas de los dos Halffter y Gustavo Durán, más la carta de Juan Ramón Jiménez. Una faja amarilla destacaba en grandes letras negras: PREMIO NACIONAL DE LITERATURA 1924-1925.

José Ruiz Castillo-Basala, hijo del editor de Biblioteca Nueva recuerda la edición del libro en sus memorias:  

“Por mi hermano Manolo se volviera a plantear el tema de Alberti durante las habituales animadas conversaciones que amenizaban nuestras comidas familiares. Pero esta vez no como pintor, sino como poeta. Al novel e inédito poeta Rafael Alberti le había concedido el Premio Nacional de Literatura, por su volumen Mar y tierra, un ilustre y clarividente jurado. Lo integraban Ramón Menéndez Pidal, el duque de Maura, Carlos Arniches, José Moreno Villa, Antonio Machado y Gabriel Miró, este último como secretario. Los votos más calificados para otorgar el Premio de Poesía eran, por supuesto, los de Moreno Villa y Machado. Resultaron decisivos por el asentimiento de los demás miembros del jurado, que por 10 que después se supo, en el caso de Miró, a falta de voto, su voz fue entusiasta. Se conserva un autógrafo que dice así: «Mar y tierra, Rafael Alberti: Es, a mi juicio, el mejor libro de poesía presentado al concurso. Antonio Machado».

 

Mi citado hermano mayor propuso publicar en nuestra editorial Biblioteca Nueva el referido volumen galardonado, pero mi padre opuso que, tratándose de poesías, no tendría viabilidad comercial, como entonces sucedía, incluso, con Juan Ramón Jiménez y con el propio Antonio Machado; y no citamos a Miguel de Unamuno porque en 1925 para mí era desconocida la tan considerable dimensión poética del rector de la Universidad salmantina.

Mi hermano volvió a la carga formalmente, y esta vez acompañado por Rafael. Mi padre se excusó con el poeta de no poder atender el ilusionado propósito de ver impresa su obra. Lógicamente, el autor presumía, desde su punto de vista, que la extraordinaria calidad de sus creaciones poéticas, refrendada por el prestigioso premio, serían factores decisivos para que su Marinero en tierra, título que sustituyó acertadamente al primitivo de Mar y tierra, interesara a esa fiel minoría capaz de adquirir las novedades poéticas. El editor insistió al respecto, basado en la experiencia, y expuso con franqueza no disponer de recursos económicos, en aquel momento, para afrontar esa modesta empresa de publicar la obra de Alberti. 
 
Se permitió sugerir, como tantas veces es obligado en la profesión, que puesto que los autores son lógicamente los que están más seguros del éxito comercial de sus libros, podría arbitrarse la fórmula -por desgracia demasiado frecuente- de que fuera el propio autor quien corriera el riesgo económico de la edición. De ese modo, como es natural, el derecho a los beneficios editoriales incrementaría los de autor. Ante el poco grato panorama que se le exponía, Alberti se mostró desolado. La consideración de los juveniles propósitos frustrados del poeta movió a mi padre a rectificar su actitud negativa, atendiéndolos en la necesaria medida. Decidió, por exclusiva cuenta de la editorial, alumbrar la primera edición de Marinero en tierra

La editorial Biblioteca Nueva no volvió a editarlo hasta abril de 1968. Y en 2003 editó una edición facsímil con un prólogo de Jorge Urrutia.

 


 

BIBLIOGRAFÍA:

ALBERTI, Rafael: La arboleda perdida. Memorias. Barcelona, Seix Barral, 1975.

MATEOS MIERA, Eladio: Rafael Alberti y la música. Tesis doctoral. Universidad de Granada. Facultad de Filosofía y letras, 2003. Ed. Junta de Andalucía, 2009.
RIPOLL, José Ramón: La poesía de Rafael Alberti en la música española.
RUIZ-CASTILLO BASALA, José: El apasionante mundo del libro. Memorias de un editor. Barcelona, Agrupación Nacional Comercio Libro, 1972.
TEJADA, José Luis: Rafael Alberti, entre la tradición y la vanguardia. Poesía primera (1920-1926). Madrid, Gredos

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