martes, 24 de julio de 2018

JUAN RAMÓN JIMENEZ SE HACE “ETERNO” EN ESTADOS UNIDOS

 
Hoy vamos a comentar un disco de reciente aparición (se editó en abril de este año, aunque se grabó en 2016), que por su curiosidad, merece incorporarlo a estas páginas. Se trata del CD “Eternal Juan Ramón Jiménez”, un disco con 18 poemas musicados de Juan Ramón Jiménez, editado en Spencer (Indiana, EE.UU.), pero cantado en español. Su autor, Tomás Lozano (Granollers, Barcelona, 1967) es un instrumentista, compositor y cantante (canta en español, catalán y gallego), que residió en el sur de España y ahora en EE.UU.


Gran conocedor de la música tradicional española, la hispana del sur de Estados Unidos y la música sefardí, toca la zanfoña, canta y pone música a poemas. También participa en grupos musicales como Daily Bread & Butter (junto a Clancy Clements y Svetla Vladeva), especializado en danzas tradicionales de Europa, y en el grupo Kativar (junto a Dena el Saffar y Tim Moore), dedicado a la música tradicional sefardí.

Ha editado hasta ahora los CD: “¡Viva la Pepa!” (2011), junto a Rima Montoya, Sharon Berman y Juan Wijngaard, sobre música medieval, renacentista y tradicional de España y Francia. Y “Romances tradicionales españoles” (2010). También es autor del libro Cantemos al alba. Origins of Songs, Sounds, and Liturgical Drama of Hispanic New Mexico (University of New Mexico Press, 2006). ISBN: 978-08-2633-874-7, y de varios artículos sobre música tradicional, aparecidos entre 2001 y 2007 en la revista La Herencia de Santa Fe (Nuevo México).

EL DISCO. -

“Eternal Juan Ramón Jiménez” se compone de 18 poemas musicados de este poeta andaluz, tomados de 15 de sus libros. Se trata, por tanto, de un recorrido completo por lo que los especialistas del poeta llaman “las tres etapas de su producción poética”. Cada canción tiene un estilo y una interpretación, acorde al contenido formal del poema.



Los arreglos musicales, a cargo también de Tomás Lozano, están interpretados por él mismo (voz, guitarra española, zanfoña y pandero de pecho); Erica Rubis (viola de gamba); José Valle “Chuscales” (guitarra flamenca); Thomas Yeiser (bajo, cuerna y teclados); Dena Elsaffar (viola); Tim Moore (tambor de marco, cepillos y batería); Rima Montoya (voz); Miguel Merino (cajón) y Juan Sebastián Rojas (marimba).

En sus actuaciones en EE.UU., Rima Montoya hace una lectura previa del poema en inglés, para que los asistentes al concierto entiendan el sentido poético del texto.

LAS CANCIONES. -

Los temas que se incluyen en el CD son los siguientes:
1. Creíamos que todo estaba. De la sección “Apéndice. Rosas de septiembre” del libro “Olvidanzas” [1906-1907].


CREÍAMOS QUE TODO ESTABA

2. Anteotoño. Poema del libro “Poesía” [1917-1923].
3. Canción (Álamo blanco). Poema del libro “Belleza” [1917-1923].
4. Al ocaso alegre. Poema del libro “La estación total y Canciones de la nueva luz” (1925).
5. Alba. Poema de la sección “Anunciación”, de “Primeras poesías” [1898-1900].
6. La felicidad. Poema de la sección “Belleza” del libro “Poesía” [1917-1923].

LA FELICIDAD

7. Los caminos. Poema de la sección “El valle” del libro “Pastorales” (1911).

LOS CAMINOS

8. Mujer, perfúmame el campo. Poema de la sección “El valle” del libro “Pastorales” (1911).
9. Rosas. Poema del libro “Piedra y cielo” [1917-1918].
10. Alrededor de la copa. Poema del libro “Poesía” [1917-1923].
11. Canción nocturna. Poema del libro “Baladas de primavera” (1907).
  
CANCIÓN NOCTURNA

12. El recuerdo II. Poema del libro “Piedra y cielo” [1917-1918].
13. Cancioncilla. Poema del libro “Arte menor” (1909).
14. Concentrarme. Poema del libro “Poesías” (1923).
15. Sé bien que soy tronco. Poema del libro “Eternidades” [1916-1917].
16. Este inmenso atlántico. Poema del libro “Ríos que se van” [1951-1953].

ESTE INMENSO ATLÁNTICO

17. Subes de ti misma. Poema de la sección “Verdor” del libro “Estío” [1915].
18. Balada de la mujer morena y alegre. Poema del libro “Baladas de primavera” (1907).

En el interior del disco encontramos un cuadernillo de 24 páginas con los textos de los poemas en español y en inglés, además de un texto de presentación del propio Tomás Lozano que nos dice:

Carmel Montoya Greenheck (2015)
De la mano y ejemplo de mi madre me viene el amor por los libros y la poesía. De la mano y ejemplo de mi padre, el amor por la naturaleza y el campo.

Este disco fue llegando por sí solo. Un día me topé con un poema de Juan Ramón Jiménez que reconocí como una canción. Tomé mi guitarra y la música apareció. Este mismo proceso fue repitiéndose durante varios años hasta que un día caí en la cuenta que tenía toda una colección para llenar un disco.

Imaginé ese primer poema, Los Caminos, acompañado de un instrumento de cuerda frotada. Para ello quise la viola da gamba barroca de Erica Rubis. El resultado fue tan sorprendente que le pedí a Erica que me acompañara en los demás poemas, y aceptó.

Siendo J.R. Jiménez andaluz, quise añadirle ese toque musical al disco y para ello busqué incorporar el genio de José Valle Fajardo, “Chuscales”.

El resultado final de este disco es la fusión de una guitarra flamenca, una viola da gamba barroca, una guitarra española y voz que dan forma y color a una nueva música, expresión de mi mundo Jimeniano.

Deseo dedicar este disco a la persona que ha inspirado y sigue inspirando en mi vida el amor, la alegría, la pasión, la profundidad del espíritu, en cuerpo y alma, y con quien comparto todo esto y más. Para ti Rima, gracias.

También nos encontramos con un texto de presentación de Fernando Copello, catedrático de literatura española de la Université du Maine (Le Mans, Francia), que nos dice:

En una de sus recientes novelas, La noche de los tiempos, Antonio Muñoz Molina nos habla en un segundo plano particularmente intenso de Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí. Allí los vemos, poco antes de lo que sería su exilio definitivo, conversando con amigos en la Residencia de Estudiantes. Juan Ramón se interesa por la tipografía, por los mínimos detalles de los libros. Zenobia, en su tienda madrileña, hace conocer la magia de las artesanías. Tan lejos del protocolo, de la imagen empobrecida que otorga el Nobel, de la vejez polvorienta con que condenan a un escritor los libros escolares, allí deambulan Zenobia y Juan Ramón hechos una mujer y un hombre, cercanos y nuestros. En carta a Margarita Abella Caprile, escrita en Madrid en la primavera de 1928, decía el autor de Platero y yo: “...yo hago vida poética, no literaria. De modo que no voy a reuniones, lecturas, conferencias, etc. para no verme obligado a dar la mano a los osos, los sapos, los globos, los hipopótamos de nuestro triste mundo intelectual”. Personaje severo, buscador de caminos propios, incómodo y siempre maravillado.

María Elena Walsh, la juglaresa de Buenos Aires, que pasó una temporada en Riverdale junto a Zenobia y Juan Ramón cuando era ella todavía una adolescente, recuerda al poeta de Moguer en un hondo artículo publicado en la lejana revista Sur. Para María Elena Walsh, Juan Ramón es un espíritu folklórico porque “una especie de pureza primitiva lo acerca a lo sencillo”. Juan Ramón, como todo español, “está nutrido de España, sucio de tierra española, abarrotado de coplas, con una guitarra derretida en la sangre”. Amplio homenaje el de esta escritora que se acercaría a las bagualas [género musical folklórico originario del noroeste de Argentina] y a las melodías andinas en años posteriores.
Juan Ramón valoró la recuperación del arte popular y su estética y, como dice Gabrielle Morelli en uno de sus últimos trabajos, regresó a la vida sencilla de Moguer, a la amenidad del campo, al contacto con la naturaleza. Señaló caminos, hoy algo olvidados, que permitieron surgir y expandirse a la poesía de Federico García Lorca y Rafael Alberti.

Tomás Lozano ha sabido recuperar esa profunda lírica popular que permanece escrita en Juan Ramón Jiménez, y la traduce en canto, la pone en movimiento, le devuelve su oralidad perdida. Y lo hace a partir de un repertorio variado que incluye poemas de finales del siglo XIX y que recorre tiempos llegando incluso hasta “Este inmenso Atlántico” de mediados del siglo XX. Todo ello constituye una fiesta de la música y de las palabras.

Pensemos en “La felicidad”, poema de versos breves y rápidos, hechos de color y de luz (donde deja sus huellas el Juan Ramón pintor). Las anáforas y exclamaciones van creando un ritmo que las modulaciones de la voz de Lozano reiteran y repiten en un colorido juego de matices. Rimas agudas y asonantes conforman una paleta optimista que la melodía recrea. ¡Con qué placer hubiera escuchado Francisco Giner de los Ríos este volver a la naturaleza hecho canto!

A veces las palabras se dejan invadir por la música. Es así en el caso de “Los caminos” en que una larga introducción crea la atmósfera, el preámbulo que se deshace luego en versos que avanzan y buscan. Canción itinerante es esta, hecha de comparaciones naturales: montes, mar y flores. Es que la naturaleza ocupa senderos esenciales en la creación de Jiménez, que también evoca “Sé bien que soy tronco”, texto con pinceladas ecológicas y tonalidades plenas de filosofía. Del mismo modo aquí la melodía nos abre la puerta y dialoga un largo rato con nosotros. En otros casos son los intermedios musicales los que estructuran la composición, como en “Alrededor de la copa”: sentida declinación, una vez más, en torno al árbol.

El tema otoñal, que tanto ha gustado a luan Ramón, se concentra en un bello poema de apenas cuatro versos cortos: “Anteotoño”. Tomás Lozano lo deletrea y lo circula recreando con su voz ecos de gran sensualidad mediterránea.

Textos sumamente abstractos, como “Concentrarme”, o absolutamente carnales y enamorados, como “Mujer, perfúmame el campo”, encuentran en esta propuesta de Lozano la medida justa en el pentagrama del canto. La anáfora de “Canción nocturna” se hace ritmo flamenco y “Subes de ti misma” explora sensibilidades latinoamericanas.

En un trabajo de los años 70, Bernardo Gicovate recordaba huellas de lectura en ejemplares de libros que pertenecieron al joven poeta de Moguer. Por ejemplo, en Poesía popular. Colección de los viejos romances que se cantan por los asturianos de Juan Menéndez Pidal hay marcas y subrayados innumerables. En carta de 1921 dirigida a María Goyri, le pregunta el poeta si conoce el romance que comienza “Yo soy Duero / que todas las aguas bebo” porque desea incluirlo en una antología. Son solamente algunos de los espacios en que Juan Ramón muestra su interés, su deseo de acercarse a composiciones destinadas al canto. Tomás Lozano convierte ese deseo en realidad transformando los versos medidos y rítmicos en melodías que hablan y que cuentan devolviéndole así a la poesía de Juan Ramón Jiménez su sentido primigenio, su evidente anhelo, su espíritu folklórico. 


El disco CD “Eternal Juan Ramón Jiménez” (Trasteclas Producciones, 2016), con los 18 temas y un cuadernillo de 24 páginas con los textos de los poemas en español y en inglés (con traducción de Rima Montoya) y dibujos de Carmel Montoya Greenheck, se puede adquirir en la página web: http://tomaslozano.com/cd-recordings/  por 20 dólares (unos 17 euros) mas 5 dólares de gastos de envío (para Estados Unidos) o 15 dólares (unos 12´80 euros) para España. 


Hagamos más eterno si cabe, a nuestro universal poeta andaluz, como lo ha hecho Tomás Lozano, adquiriendo este producto cultural lleno de sensibilidad poética, y disfrutemos de la poesía con música, que es doble disfrute para nuestros sentidos.

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