Hoy 18 de marzo, se conmemora el centenario
del nacimiento del poeta Gabriel Celaya. Ya le dedicamos en día 17 de enero una
página mostrando a los cantantes que se fijaron en sus poemas para ponerles
música:
El lunes 25 de abril se celebrará una fiesta-concierto para conmemorar este centenario en la sala Galileo Galilei organizada, entre otros, por mi amigo Fernando González Lucini.
En 1972 el poeta dijo:
Los
recursos técnicos , y en especial la posibilidad de hacer audibles y no solo
legibles, nuestros versos gracias a medios como el micro, el altavoz, la radio,
etc., son sumamente importantes y están llamados a revolucionar una literatura
que venimos concibiendo desde el Renacimiento bajo el signo de una imprenta,
que es como decir de la lectura a solas. (Poesía urgente. Buenos Aires: Losada,
1972; p.8).
Hoy vamos a
recordar los textos donde el poeta habla de la poesía con música y de la poesia social y lo que opinaba
sobre estos asuntos. El primer texto apareció en la revista semanal de información
general “Berriak” de San Sebastián, en 1976, y recogida en el libro Poesía y
verdad:
LA POESÍA CANTADA:
Aunque
personalmente prefiero que se lea mi poesía a que se escuche, no cabe duda de
que cuantos cantan mi poesía y la de otros consiguen para nosotros una difusión
que el libro hubiera tardado más tiempo en conseguir. Es sabido, dicho sea en
la jerga de los lingüistas, que la propagación sincrónica es inversa a la
diacrónica. Por ejemplo, como muchas veces he dicho, un best-seller que logra ser
amplia y rápidamente reconocido, es también rápida y totalmente olvidado. Y en
cambio, un libro que solo muy poco a poco logra abrirse paso, perdura a veces
muchos años, e incluso siglos. El primero se propaga fácilmente porque es
superficial, y precisamente por eso se agota pronto. El segundo, en cambio,
justo porque tiene más calado y navega
en aguas más profundas, revela muy lenta y largamente sus secretos.
Pero ¿en qué
sentido puede decirse que la poesía cantada es superficial si a fin de cuentas
su texto es muchas veces el mismo que el de un poema leído? ¿Cómo podemos decir
que el acompañamiento musical resta valor a un poema en lugar de añadírselo
como parece obvio a primera vista?
1977
Observemos: un
poema leído, por fácil y ligero que sea, exige, si no concentración, un cierto
esfuerzo de atención, y ya esto potencia la penetración de él. Por otra parte,
el texto está ahí, intocable, y esto, a poco que nos guste, invita a la
relectura o a una lectura sabia y realmente degustadora que se retarda e
intensifica en ciertos puntos, y discurre más rápida en otros. Esto permite
hacer muchas lecturas distintas –en lugar de la única del intérprete que canta- y en último término contribuye también a
enriquecer nuestra captación del poema, y convierte a todos los lectores en intérpretes
personalmente distintos.
Veamos ahora cómo
todo esto cambia cuando el poema en lugar de ser leído es escuchado. Advirtamos
por de pronto que el oído es el más primario de los sentidos, el primero que se
adquiere al nacer y el ultimo que se pierde al morir. El oído, según eso acusa,
es el más global, el más envolvente, el más emocional, el más indistinto y
unitario. Pero si éste permite, en la lectura, apresar al receptor y meterle en
la intimidad del texto, cuando la poesía es oída tiende a crear un clima de contagio
sentimental y un tipo de comunidad instantáneamente masificada que rebaja la
categoría de la transmisión, pues como es sabido desde los tiempos de Gustave
Le Bonn, el valor humano de una masa es inferior al de uno cualquiera de sus
componentes.
En resumen, el
canto rebaja la poesía en cuanto sustituye la transmisión de persona a persona,
no por la trasmisión a un nosotros, sino a un informe e indiscriminado conjunto,
que devora a cada uno de sus componentes, y retrotrae a todos y cada uno,
empezando por el cantautor, a su primitividad.
La poesía
cantada y la poesía escrita vienen a ser el “mester de juglaría” y el “mester
de clerecía” de nuestra época, y lo mismo que éstos ayer, hoy viven en
simbiosis. Pues si la poesía culta debe mucho a la refrescante savia popular,
también la juglaresca se nutre de aquella, como lo demuestra el que nuestros
cantantes escojan muchas veces a poetas conocidos para cantarlos.
Vaya con estas
líneas mi agradecimiento a todos los cantantes que me han tomado en consideración:
a Paco Ibáñez y a “Agua Viva”, a Ismael y a Soledad Bravo, y a Víctor Manuel, y
a “Los Lobos”, y a “Neocantes”, y a otros que en este momento no recuerdo. La
verdad es que todos nos ayudamos los unos a los otros, teniendo siempre
presente que, como decía Lenin, al pueblo hay que darle siempre lo mejor, y no
un arte rebajado como hacen los que todavía desconfían de su capacidad, y le
tratan como si fuera un menor.
Cuando los
cantautores degradaron la Poesía social traté de reanimar ésta recurriendo a un
nuevo experimento: El lenguaje gráfico. Publiqué entonces Campos semánticos
(1971) y, buscando nuevos caminos, pero incurriendo de hecho en el
Neovanguardismo que tanto había condenado, tomé parte en actos y exposiciones
de Arte concreto, defendiendo éstos.
LOS SIETE PUNTOS DE LA POESÍA SOCIAL:
En 1952, en un
prólogo de una antología poética, se le pidió que hiciera una definición de lo
que entonces se llamaba “poesía social”. Entonces hizo una especie de
manifiesto de siete puntos para definir, no solo su poesía, sino la de otros
muchos poetas del momento, que se englobaron bajo este término Estos son los
siete puntos que definen muy bien su pensamiento en cuanto a la misión del
poeta:
CON ÁNGEL GONZÁLEZ Y CABALLERO BONALD
Primer punto.
Cantemos como quien respira. Hablemos de lo
que cada día nos ocupa. No hagamos poesía como quien se va al quinto cielo o
como quien posa para la posterioridad. La poesía no ese -no puede ser-
intemporal o, como suele decirse un poco alegremente, eterna. Hay que apostar
al “ahora o nunca”.
Segundo punto.
Hay quien reza beato: al tiempo al tiempo; y
hay quien exige nervioso: cada cosa a su tiempo.
Tercer punto.
La poesía no es un fin en sí. La poesía es un
instrumento entre otros para transformar el mundo. No busca una posteridad de
admiradores. Busca un porvenir en el que, consumada, dejará de ser lo que hoy
es.
Cuarto punto.
Nada de lo que es humano debe quedar fuera de
nuestra obra. En el poema debe haber barro, con perdón de los poetas poetísimos.
Debe haber ideas, aunque otras cosas crean los cantores acéfalos. Bebe haber
calor animal. Y debe haber retórica, descripciones y argumentos y hasta
política. Un poema es una integración y no ese residuo que queda cuando en
nombre de “lo puro”, “lo eterno” o “lo bello” se practica un sistema de
exclusiones.
La poesía no es
neutral. Ningún hombre puede hoy ser neutral. Y un poeta es por de pronto un
hombre.
Quinto punto.
La poesía es “un modo de hablar” Pero expresar
no es dejar ahí, proyectada en un objeto fijo -poema o libro-, la propia
intimidad. No es convertir en “cosa” una interioridad, sino dirigirse a otro a
través de la cosa-poema o la cosa-libro.
Loa poesía no
está encerrada y enjaulada en los poemas. Pasa a través de éstos como una
corriente y consiste precisamente en ese pasar transindividual, en ese ser del
creador y el receptor uno para el otro y en el otro, en ese contacto y casi
cortocircuito de dos hombres que, más allá de canto puede explicarse, vibran a
una.
El cortocircuito
quema y deja en nada la materia verbal.
Sexto punto.
Nuestra Poesía no es nuestra. La hacen a
través nuestro mil asistencias, unas veces agradecidas, otras, inadvertidas.
Nuestra deuda -la deuda de todos y de cada uno- es tan inmensa que mueve a
rubor. Aunque nuestro Señor Yo tiende a olvidarlo, trabajamos en equipo con
cuantos nos precedieron y nos acompañan.
Séptimo punto.
Nuestros hermanos mayores escribían para “la
inmensa minoría”. Pero hoy estamos ante un nuevo tipo de receptores expectantes.
Y nada me parece tan importante en la lírica reciente como ese desentenderse de
las minorías y, siempre de despaldas a la pequeña burguesía semi-culta, ese buscar
contacto con unas desatendidas capas sociales que golpean urgentemente nuestra
conciencia llamando a vida. Los poetas deben prestar voz a esa sorda demanda.
En la medida en que lo hagan “crearán” su público y algo más que un público.
Cuando
luchamos, creamos,
somos de veras
quien somos palpitando cara al cielo,
No hay comentarios:
Publicar un comentario